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21 jun 2012

Lima, Toma I - Roberto Bermúdez (Perú, 1987)

Porque no queda más remedio que andar por estas calles inundadas de letreros luminosos que se me pegan al cuerpo como garfios yo camino para poner mi palabra sobre tu pecho mojado por la angustia de no querer parecerte más a las chicas de tu tiempo y olvidar el estruendo del chicle que revienta en un conjuro de miserias y temblores las sicodélicas luces de la calle ocho han aparecido sobre la pista mojada te persiguen y corres asustada de ti misma huyendo de ese miedo que reclama como premio tu cabeza alborotada de rizos que han crecido con las hojas del parque al compás de mis pasos por los billares cerca de la plaza Italia y tienes los ojos cansados para siempre tus ojos cansados para siempre de escuchar a nube luz en la televisión olvidar es la consigna no puedes y ves en el paradero de Ocoña a la pobreza aniquilada en la voz de un vendedor de dulces y perdóname que siga hacia la casa de la literatura sin mirarte porque yo no tengo plata para instalarme en el Cordano a escribirte de la lluvia y contarte que los cachacos que vigilan el palacio de gobierno no son hombres de cera ni siquiera de cera que ellos llevan la luz de la tarde junto a los ojos ahora mi risa se ha confundido en las canciones de magneto con tu voz seductoramente terca mis brazos son una noche sin salida sobre tu piel y después de amarnos somos solamente un pedazo de espasmo que no lucha siquiera por desaparecer de Lima la hija predilecta de las putas y has vuelto hasta esta calle para descubrir en los semáforos el amor ese amor que no encontraron las metáforas brillantes de los poemas que te hicieron leer en el colegio Monserrate ni en las canciones que se pusieron de moda en el año dos mil en tu cuarto hay un póster que te mira sorprendido y odiaste la poesía sin saber que en un país devastado por las coimas en un mundo devastado por el tráfico ilícito de drogas Francisco Pizarro no es un héroe sino un hijo de puta y a ti te buscan princesa a ti te buscaban tú eres el tesoro del sur te buscan como una palabra afilada bajo la lengua de mi generación sumisamente estúpida a mi generación nada le duele la muerte es una esfera lejana que no conoce el amor pero nada importa porque has venido a contarme que el embarazo es una rutina de náuseas en tu almohada corren ríos de sangre los sueños depositados en ella se han hecho carne sobre los muros del comedor popular donde revientan mis dedos mientras hago un grafiti con todos los colores que conozco acompañado por la noche (para aquellos que no te conocen conozcan el amor) y su frescura y su relumbre los exalte como un piano vibrante mi mano está marcada en el vidrio de un auto que me aleja del centro y hay que irse porque ha comenzado a llover sobre los anuncios luminosos destellan con más fuerza mis pupilas mis sueños son una tarde sin regreso un tajo en el corazón de esta ciudad.

Roberto Bermúdez

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