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30 abr 2012

3 poemas - Mónica Laneri (Paraguay, 1971)

Baño universal

(deliriums tremens, tras una noche de fiesta)
No es un baño unisex. Es el baño universal. Adentro: gnomos, ogros, dinosaurios, extraterrestres, el asteroide b-612, el zorro, el principito, la rosa y un volcán. Todo, en el baño universal...



Nos seguimos estando...

a veces para bien,

otras para mal.


Nos seguimos estando:

seguros en el cariño

inseguros en las cartas

del destino, en la destrucción

que creamos.


Nos seguimos estando:

con dudas,

con ganas de huir,

de encontrar

la paz

que buscamos.


Nos seguimos estando:

si me visto de vos...

si te vestís de mí...

y si aún sin ser dioses

nos amamos.


¡Que Dios no lo permita!

(quien no se sienta reflejado en este espejo-poema, que arroje la primera piedra y lo destroce)

Nos encerramos en nuestras pequeñas-grandes vanidades, en nuestros pequeños-grandes miedos, en nuestros pequeños-grandes rencores; recordamos los pequeños-grandes ataques, afrentas a nuestra soberbia; a nuestra virtud-excelsa, a nuestros "egos" -de los que no nos jactamos en aras de nuestras falsas modestias- Recordamos la larga lista de pecados cometidos en nuestra contra; ¡que Dios no nos permita olvidarnos! a nosotros: dueños de verdad y sabiduría, que no nos prive de todas aquellas lecciones de moral que aún debemos impartir en honor a tantos falsos profetas; que Dios nos permita señalar la paja en tu ojo, juzgarte sin ser juzgados; apedrearte con gusto, antes de que nos olviden el tiempo- la vida -nuestros incondicionales de siempre- la misma soberbia- la tierra que nos tapará algún día- y nuestros pequeños-grandes enemigos- a los que no debemos permitir ignorarnos- que Dios no les permita ¡¡¡NO!!! ¡que no les permita ignorarnos! matarnos suavemente con su indiferencia o peor aún con sus blancas banderas -¡pacíficas y estúpidas banderas!- ¡Crucifiquemos a Lennon, Cristo y Buda juntos! que se imaginen un mundo mejor en otra parte... que el polvo de la decencia no cubra, Señor, nuestra sacrosanta soberbia; que Dios no nos quite la gloria de odiar humildemente a nuestro prójimo, así como nos odiamos a nosotros mismos...


Mónica Laneri

28 abr 2012

3 poemas - Iván Cruz Osorio (México, 1980)


"Tiene más mérito extender las fronteras
del espíritu romano que las del Imperio."

Julio César

Para qué simular,

pretender

enroscar corchos en las zarpas,

lamer el uno al otro las heridas,

expresarnos en palabras hasta la cursilería,

si ya fieras,

carnívoros de por sí,

nos masticamos

golosamente

entre las muelas.


No somos mejores ni distintos

a nuestros padres y abuelos.

No hay por qué sentirse superiores,

ni la internet ni los autos aerodinámicos

ni el teléfono celular nos distinguen

del telégrafo, de las carretas tiradas por mulas.

Como ellos hemos venido a morir,

a irnos sin dejar huella,

a hacerles compañía en el fracaso.



Cazadores

Que tengan buena noche asesinos, que sueñen con la más oscura y miserable de las traiciones, con el más ornamental y carnicero de los cepos, con sus rojas y crueles fauces desgarrando su piel dormida, y que ya no sea un sueño.


Iván Cruz Osorio

26 abr 2012

Carta a mamá - Pilar Gómez González (México, 1991)

El día que yo vi la luz por primera vez, tú conociste la oscuridad.

Supe que las mariposas son metálicas.

Que el ciego sueña que duerme.

Que la poesía es humana.

Que el humano es poesía.

Que el despertar fue fácil, pero el percibir la vida como sueños me trajo problemas.

Que a veces amo más a mi pie izquierdo que a mi mano izquierda.

Que se puede volar tan alto hasta olvidar que se tiene cuerpo.

Que se puede caminar en las estrellas

o pensar que lo eres todo…

o que lo eres nada…

Que “La nada” son tres sílabas.

Que la nada son tres relojes en la oscuridad con hombres girando como si fueran manecillas en un círculo.

Que luciérnagas sin rumbo preciso guiaron mi realidad.

Que formé a mi padre a imagen y semejanza mía,

que tú, mamá, me condenaste a vida

y la vida se convirtió en la pintura o el poema más complejo

y extenso

que se puede convertir un amasijo de guijarros en un mundo.

Que caminar entre la multitud fue ir contra corriente

como en una carrera de caballos

sin jinete.

Que “No tener cabeza” se convirtió en lo más normal,

pero sospecho que en la Historia no se plasmó el pasado,

que los mejores tiempos fueron los tiempos verbales

y que me aproximaste al comienzo

de la nada, de la vida y de la Historia

Pilar Gómez González

22 abr 2012

3 poemas - Hernán Lavín Cerda (Chile, 1939)

Destrucciones

Es el invierno el que ha venido.


Son meses en que se utiliza la leña

cortada mucho antes de haber plantado el nogal

en el centro del patio.


Desde esta noche

                           la presencia

de las ventanas cerradas.


Siempre ha existido la costumbre

de recibir al que no viene.


Aunque la lluvia no es absolutamente nueva,

el agua es conocida solamente

por el delizamieto de algún río.


-Es verdad

que solo vi destrucciones

                                       de agua

sobre la piedra oscura.


La vida es así

                               y eso no es cierto

uno hace que la vida es así

                                            o no lo sea

Hace frío   es verdad   y yo te abrazo

pero tú insistes en que la vida es así

como tú dices:
                        la Alcaldía

                        el Reloj

que no es posible


   La vida es así como uno quiere

como debiéramos tú y yo

                                        -en nuestro caso

pero tú tienes miedo   timorata   y te aferras

a que la vida es así

                                     ni un paso más

y eso no es cierto


yo te abrazo   yo sé   y ésa es la forma

en que uno hace que la vida es así

pero es otoño
                        hace frío: es verdad

y te resistes a que la vida
                                                      por último
sea así
               como uno debe.


A los que fabrican armas

Todo fabricante de armas

debe mandarse hacer una bomba

             a su medida

y mantenerla siempre a la cabecera de la cama

             envuelta en papel celofán

             o en una red

             tejida a mano

Para las noches en que remuerde la conciencia

o cuando parece que ya todo está perdido

Hernán Lavín Cerda

21 abr 2012

Adán y Eva - Jaime Sabines (1926 - 1999, México)

I
-Estábamos en el paraíso. En el paraíso no ocurre nunca nada. No nos conocíamos. Eva, levántate.


-Tengo amor, sueño, hambre. ¿Amaneció?


-Es de día, pero aún hay estrellas. El sol viene de lejos hacia nosotros y empiezan a galopar los árboles. Escucha.


-Yo quiero morder tu quijada. Ven. Estoy desnuda, macerada, y huelo a ti.


Adán fue hacia ella y la tomó. Y parecía que los dos se habían metido en un río muy ancho, y que jugaban con el agua hasta el cuello, y reían, mientras pequeños peces equivocados les mordían las piernas.


II
La noche que fue ayer fue de la magia. En la noche hay tambores, y los animales duermen con el olfato abierto como un ojo. No hay nadie en el aire. Las hojas y las plumas se reúnen en las ramas, en el suelo, y alguien las mueve a veces, y callan. Trapos negros, voces negras, espesos y negros silencios, flotan, se arrastran, y la tierra se pone su rostro negro y hace gestos a las estrellas.


Cuando pasa el miedo junto a ellos, los corazones golpean fuerte, fuerte, y los ojos advierten que las cosas se mueven eternamente en su mismo lugar.


Nadie puede dar un paso en la noche. El que entra con los ojos abiertos en la espesura de la noche, se pierde, es asaltado por la sombra, y nunca se sabrá nada de él, como de aquellos que el mar ha recogido.


-Eva, le dijo a Adán, despacio, no nos separemos.


III
-¿Has visto como crecen las plantas? Al lugar en que cae la semilla acude el agua: es el agua la que germina, sube al sol. Por el tronco, por las ramas el agua asciende al aire, como cuando te quedas viendo al cielo del mediodía y como tus ojos empiezan a evaporarse.


Las plantas crecen de un día a otro. Es la tierra la que crece, se hace blanda, verde, flexible. El terrón enmohecido, la costra de los viejos árboles, se desprende, regresa.


¿Lo has visto? Las plantas caminan en el tiempo, no de un lugar a otro, de una hora a otra hora. Esto puedes sentirlo cuando te extiendes sobre la tierra, boca arriba y tu pelo penetra como un manojo de raíces y toda tú eres un tronco caído.


-Yo quiero sembrar una semilla en el río, a ver si crece un árbol flotante para treparme a jugar. En su follaje se enredarían los peces, y sería un árbol de agua, que iría a todas partes sin caerse nunca.


IV
-Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a diferentes horas?


Ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquila y tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.


¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron , pues, de mi costado, no me dueles?


Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.


Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día. Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.


¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.


V
-Mira, ésta es nuestra casa, éste nuestro techo. Contra la lluvia, contra el sol, contra la noche, la hice. La cueva no se mueve y siempre hay animales que quieren entrar. Aquí es distinto, nosotros también somos distintos.

-¿Distintos porque nos defendemos, Adán? Creo que somos más débiles.


-Somos distintos porque queremos cambiar. Somos mejores.


-A mí no me gusta ser mejor. Creo que estamos perdiendo algo. Nos estamos apartando del viento. Entre todos los de la tierra vamos a ser extraños. Recuerdo la primera piel que me echaste encima: me quitaste mi piel, la hiciste inútil. Vamos a terminar por ser distintos de las estrellas y ya no entenderemos a los árboles.


-Es que tenemos uno que se llama espíritu.


-Cada vez tenemos más miedo, Adán.


-Verás. Conoceremos. No importa que nuestro cuerpo...


-¿Nuestro cuerpo?


-...esté más delgado. Somos inteligentes. Podemos más.


-¿Qué te pasa? Aquella vez te sentaste bajo el árbol de la mala sombra y te dolía la cabeza. ¿Has vuelto? Te voy a enterrar hasta las rodillas otra vez.


VI
-El tronco estaba ardiendo cuando se fue la lluvia. El rayo lo venció y se introdujo en él. Ahora es un rayo manso. Lo tendremos aquí y le daremos de comer hojas y yerbas. Me gusta el fuego. Acércale tu mano poco a poco, te acaricia o te quema, puedes saber hasta dónde llega su amistad.


-A mí me gusta porque es rojo y azul y amarillo, y se mueve en el aire y no tiene forma, y cuando quiere dormir se esconde en la ceniza y vigila con ojitos rojos dentro dentro. ¡Qué simpático! Luego se alza y empieza a buscar, si haya cerca una rama la devora. ¡Me gusta, me gusta! ¡Le cuidaré, no estorba, es tan humilde!


-Es orgulloso, pero es bueno. ¿Que té pasa? Te has quedado...


-Nada.


-Tienes los ojos abiertos y estás dormida. ¿Me oyes? También se ha metido en ti. Lo veo en el fondo de tus ojos, como una culebra, enamorándote. Te quedas quieta mientras él te recorre ávidamente. Giras en torno al fuego sin moverte.


Fuego lento, preciso, árbol continuo, nos atraen tus hojas instantáneas, tu tronco permanente.


Déjanos estar junto a ti, junto a tu amor hambriento. Creces aniquilando, medida de la destrucción, estatura hacia dentro, duración hacia atrás, tiempo invertido, muerte muriendo, nacimiento. Déjanos estar en tus párpados incesantes, investigar contigo lo que buscas, luz en fuga perpetua, en ti, como tú misma, en nosotros.


VII
-¿Que es el canto de los pájaros, Adán?


-Son los pájaros mismos que se hacen aire. Cantar es derramarse en gotas de aire, en hilos de aire, temblar.


-Entonces los pájaros están maduros y se les cae la garganta en hojas, y sus hojas son suaves, penetrantes, a veces rápidas. ¿Por qué?, ¿Por qué no estoy madura yo?


-Cuando estés madura te vas a desprender de ti misma, y lo que seas de fruta se alegrará, y lo que seas de rama quedará temblando. Entonces lo sabrás. El sol no te ha penetrado como al día, estás amaneciendo.


-Yo quiero cantar. Tengo un aire apretado, un aire de pájaro cantar.


-Tú estás cantando siempre sin darte cuenta. Eres igual que el agua. Tampoco las piedras se dan cuenta , y su cal silenciosa se reúne y canta silenciosamente.


VIII
-Hace tres días salió Adán y no ha vuelto. Ay, yo era feliz, yo era feliz.


He tenido miedo, no he podido dormir.


Estoy sola, ¿Por qué no regresa? Salí a buscarlo pero él no estaba, lo llamé. Me asusta la noche, ¿qué puedo hacer sin él? Todo es muy grande, muy largo, sin rumbo. Estoy perdida, rodeada de cosas extrañas, ¿por qué no vuelve ya?


Adán, Adán, Adán, se va a apagar el fuego, me voy a apagar yo, y tú no vuelves. ¡Qué vas a encontrar?


Y Eva se ha quedado dormida. Y estaba dormida cuando llegó Adán.


Adán llegó cansado pero no descansó. Se puso a mirarla, y la estuvo mirando por primera vez.


IX
-¡Qué fresca es la sombra del plátano! De una hoja de plátano se desprenden infinitas hojas de agua que están descendiendo siempre. Me gustan las hojas verdes, acanaladas, y los racimos, y los retoños unánimes, agudos, como una bandada de peces hacia arriba. ¿Has visto el tronco? Es un panal de agua.


Me gusta el platanar con su humedad sombría y derribada, con su lecho en que se pudre el sol y con sus hojas golpeadas y tranquilas. Me gusta el platanar cuando llueve porque suena sonoramente, porque se alegra como una bestia bañándose y saltando.


Me gusta la sombra del plátano y sus pequeños nidos de aire, y el aire dulce y torpe aprendiendo a volar. Me gusta tirarme en el suelo sin raíces y sentir cómo transcurre el agua y quedarme inmóvil, oyendo.


X
Fuimos al mar. ¡Qué miedo tuve y qué alegría. Es un enorme animal inquieto. Golpea y sopla, se enfurece, se calma, siempre asusta. Parece que nos mirara desde dentro, desde lo hondo, con muchos ojos, con ojos iguales a los que tenemos en el corazón para mirar de lejos o en la obscuridad.


En un principio nos tiró varias veces. Después Adán se enfureció y se puso a dar de puñetazos a las olas. A mí me dio risa, me quedé en la playa mirando. Adán no podía. Al rato salió cansado, húmedo, y no dijo nada, y se durmió.


Entonces me puse a oír el mar. Ya iba obscureciendo. Suena igual que la noche, con un vasto, infinito silencio, con una honda voz. Se extiende su sonido obscuro y nos penetra por todas partes. Es un sonido de agua espesa, de agua que quiere levantarse como un animal herido.


De ahora en adelante viviremos a la orilla del mar. Aquí están a la misma altura el sol y el mar, a la misma profundidad las estrellas y los grandes peces.


Aprenderemos el mar, Él también tiene sus montañas y sus vastas llanuras, sus pájaros, sus minerales, y su vegetación unánime y difícil. Aprenderemos sus cambios, sus estaciones, su permanencia en el mundo como una enorme raíz, la raíz del árbol de agua que aprieta la tierra, el árbol inmenso que se extiende en el espacio hasta siempre.


El mar es bueno y terrible como mi padre. Yo le quiero decir padre mar. Padre mar, sostenme, engéndrame de nuevo en tu corazón. Hazme incorruptible, receptora del mundo, purificadora a pesar.


XI
Me duele el cuerpo, me arden los ojos, parece que estuviera quemándome. Mi agua está hirviendo dentro de mí. Y un viento frío bajo mi piel anda aprisa, frío, y termina empujándome la quijada hacia arriba con golpes menudos e incesantes.


Estoy ardiendo, no puedo ni moverme. Estoy débil, con dolor, con miedo. Eva no ha dormido, está asustada, me ha puesto hojas en la frente. Cuando me puse a hablar anoche se me echó encima y se restregó conmigo y quería callarme. Así se estuvo y tenía los ojos mojados como mi espalda. Le dije que sus ojos también me dolían y ella los cerró contra mi boca.


Ahora tengo sed, estoy golpeado y seco. Me duele, tengo la cabeza podrida. No hay una parte mía que no esté peleando con otra. Quiero cerrar mis manos ¡Qué diferente de mí es todo esto!.


Esto es ser otro, otro Adán. Está pasando a través de mí y me duele.


Me gustaría estar rodeado de piedras calientes.


El otro día me gustó un árbol, lo derribé. Caía con ruido quebrándose, cayéndose. Así estoy sonando, así, hacia abajo, apretado, derrumbado, sonando.


XII
Es una enorme piedra negra, más dura que las otras, caliente. Parece una madriguera de rayos. Tumbó varios árboles y sacudió la tierra. Es de ésas que hemos visto caer de lejos, iluminadas. Se desprenden del cielo como las naranjas maduras y son veloces y duran más en los ojos que en el aire. Todavía tiene el color frío del cielo y está raspada, ardiendo.


-Me gusta verlas caer tan rápidas, más rápidas que los pájaros que tiras. Allá arriba ha de haber un lugar donde mueren y de donde caen. Algunas han de estar cayendo siempre. Parece que se van muy lejos ¿a dónde?.


-Esta vino aquí pero la llevaré a otro sitio. La voy a echar rodando hasta los bambúes, los va a hacer tronar. Quiero que se enfríe para abrirla.


-¡Abrirla! ¿Qué tal si sale una bandada de estrellas, si se nos van? Han de salir con ruido, como las codornices.


XIII
Eva ya no está, de un momento a otro dejó de hablar. Se quedó quieta y dura. En un principio pensé que dormía. Más tarde la toqué y no tenía calor. La moví, le hablé. La dejé ahí tirada.


Pasaron varios días y no se levantó. Empezó a oler mal. Se estaba pudriendo como la fruta, y tenía moscas y hormigas. Estaba muy fea.


La arrastré afuera y le puse bastante paja encima. Diariamente iba a ver como estaba. Hasta que me cansé y la llevé más lejos. Nunca volvió a hablar. Era como una rama seca.


No sirve para nada, no hace nada. Poco a poco se la come la tierra. Allí está.


Se la come el sol, no me gusta. No se levanta, no habla, no retoña.


Yo la he estado mirando. Es inútil. Cada vez es menos, pesa menos, se acaba.


XIV
Ah, tú, guardadora del mundo, dormida, preñada de la muerte, quieta. ¡Qué inútil es hablarte, hablarme!.


Hombre solo soy, quedé. Quedé manco, podado, a mi mitad quedé.


Aquí me muero. Porque los ojos de la muerte me han visto y giran alrededor cazándome, llevándome. Aquí me callo. De aquí no me muevo.


XV
Bajo mis manos crece, dulce, todas las noches. Tu vientre suave, manso, infinito. Bajo mis manos que pasan y repasan midiéndolo, besándolo, bajo mis ojos que lo quedan viendo toda la noche.


Me doy cuenta de que tus pechos crecen también, llenos de ti, redondos y cayendo. Tú tienes algo. Ríes, miras distinto, lejos.


Mi hijo te está haciendo más dulce, te hace frágil. Suenas como la pata de la paloma al quebrarse.


Guardadora, te amparo contra todos los fantasmas, te abrazo para que madures en paz.


Jaime Sabines

20 abr 2012

Declaración de inicio - Marco Antonio Campos (1949, México)

Cada uno de mis poemas pretendió
ser un instrumento útil de trabajo
.
Pablo Neruda (Estocolmo, 1971)


Las páginas no sirven.


La poesía no cambia sino la forma de una página, la emoción,


una meditación ya tan gastada.


Pero, en concreto, señores, nada cambia.


En concreto, cristianos,


no cambia una cruz a nuevos montes,


no arranca, alemanes,


la vergüenza de un tiempo y de su crisis,


no le quita, marxistas,


el pan de la boca al millonario.


La poesía no hace nada.


Y yo escribo estas páginas sabiéndolo.

Marco Antonio Campos

13 abr 2012

Autobiografía - César Calvo (1940 - 2000, Perú)

Se escribe un poema para sentirse el centro del mundo.

Se escribe un poema para hacer más fraternos a los hombres,

o sea para intentarlo,

o sea para que la poesía sirva para alguna cosa.

Se escribe un poema para no sentirnos el centro del mundo.

Se escribe un poema para ahuyentar a una muchacha.

Se escribe un poema para sacarle un par de libras a un amigo.

Se escribe un poema para ayudar a la Revolución.

Se escribe un poema para que los maridos nos odien mucho más.

Se escribe un poema para que el poema nos acompañe,

para no estar tan inexplicablemente solos.

Se escribe un poema para duplicar el orgasmo

o al menos para ponerle un espejo delante.

Se escribe un poema para no tener tiempo de hacer otras cosas,

como por ejemplo para no tener tiempo de sufrir.

Se escribe un poema para que nuestra tía más querida

pueda decir a todos que tiene un sobrino que escribe un poema.

Se escribe un poema para rascarse la barriga en la playa,

para emborracharse en Surquillo sin que a uno lo asalten los señores chaveteros,

para darse un descanso entre polvo y polvo,

para hablar de ello en el Instituto Italiano de Cultura, para que a uno le consientan todo

para que a uno no le consientan ni un comino.

Se escribe un poema para que los psiquiatras no nos cobren,

y para que aquella rubia se sienta inmortalmente poseída

y para que los hermanos como Ángel Avendaño no sientan tanto frío en las prisiones,

y para que el general Velasco lea estas líneas

y sepa que Avendaño sigue preso por orden de una culebra disfrazada.

Y se escribe un poema para viajar a los congresos de escritores

con todos los gastos pagados, y para ponerle el cascabel al gato,

y para poder comer con la mano en los salones si nos viene en gana,

y para morirse de hambre

y también para no morirse de hambre,

y para quedar como un perfecto cojudo en todas partes,

y para usar calzoncillos de colores sin que se nos acuse de maricas,

y para que ciertos cadetes nos dejen a solas con sus novias

creyendo que lo somos.

También se escribe un poema para no afeitarse nunca,

para ir al baño sin remordimientos,

para ir al comedor sin remordimientos

para ir al dormitorio sin remordimientos,

y se escribe un poema para sentirse culpable de todo

y con esos materiales llegar a escribir algún poema.

Y también se escribe un poema para reírse a gritos.

Y para vivir también se escribe un poema.

Y para tener un pretexto para no vivir,

etcétera.


Y a propósito de etcétera:

Se escribe un poema para no escribir cosas peores, como cartas de amor,

cartas financieras, facturas por pagar, tratados de filosofía miraflorina.

Y se escribe un poema por incapacidad,

cuando se ha fracasado como wing derecho en la selección del colegio,

cual es mi triste caso.

Y se escribe un poema para intensificar la vida,

como dice Stefano Varese.

Y se escribe un poema finalmente, se escribe un poema

para que en algún lugar del mundo, mañana o dentro de veinte años,

la pareja que está por suicidarse alcance a leerlo, y desista, desista

por lo menos unos días, y comprenda que la vida es siempre hermosa

a pesar de la vida...

y a pesar del poema.

César Calvo

La foto - Sergio Mondragón (1935, México)

¿Es que no estaba yo allí?

sí que estaba yo allí

yo cantaba y decía oh, dios

mientras bajaba por tus pechos

y mis manos ávidas por conocerte

se topaban con ligas de lino

y rocas de granito

¿entonces por qué está el retrato vacío?

a dónde se fue me fui nos fuimos

a dónde nos fuimos y te quedase vacía

¿a dónde?

y por qué esta maldición de no poder actuar despiertos

para no huir de las fotos

para quedarse sobre tu cuerpo

para quedarme sobre tu cuerpo

(todo sucedió sobre el diván)

para quedarme sobre tu cuerpo apenas revelado

sobre el tapiz del muro

tú y yo estábamos allí

¿pero a dónde nos fuimos?

¿a qué recuerdo? en qué noria te ocultaste

en qué desierto fui enterrado

para dejarte vacía

para que mi cuerpo no estuviera

¿es que dos siempre se separan así?

somos momias o qué

estamos muertos o qué

¿y no te dan ganas de despertar?

despertar

quizá así la foto se recomponga el pelo frente al espejo

y yo ya no necesite el gin ni la mentira de tu lengua

que se clava entre mis dientes

allí estaba yo

lo juro

pero en la foto sólo apareces tú


¡qué espanto!

Sergio Mondragón

7 abr 2012

De modo que resultó esto tan fácil...(2011) - Julio Barco Ávalos (Perú, 1991)

De modo que resultó esto tan fácil.


¡Ay!, y me duele,


¡Ay!, y tengo miedo,


¡Ay!, y tenemos un cuarto que es de un pata,


¡Ay!, y pronto llegarán tus padres,


que nos hizo ojitos cuando entramos


y nos dejó algunos condones,


pero tenemos el cuerpo y la piel,


que nada tiene ni recibe, ni es necesario decirlo


porque tenemos esto que es el amor


porque tenemos esto que es el amor


porque tenemos esto que es el amor

hoja


tras


hoja


y nos cubrimos


el cuerpo de tiempo


y frecuentábamos otra vez la soledad de un cuarto.


De modo que estamos solos


y deprisa abrimos las hojas de los diarios,


y sentimos la lluvia entre las manos


con un rapto de luz en la oreja, y estamos caminando por Puente Trujillo


y los titulares exigen venganza, contratos, descubrimiento de cadáveres.


Julio Barco Ávalos

6 abr 2012

Urbe (1924) - Manuel Maples Arce (1898 - 1981, México)


VRBE
(súper poema bolchevique en 5 cantos)
A los obreros de México

I
He aquí mi poema


brutal
y multánime
a la nueva ciudad.


Oh ciudad toda tensa
de cables y de esfuerzos,
sonora toda
de motores y de alas.


Explosión simultánea
de las nuevas teorías,
un poco más allá.
En el plano espacial
De Whitman y de Turner
y un poco más acá
de Maples Arce.

Los pulmones de Rusia
soplan hacia nosotros


el viento de la revolución social.
Los asalta braguetas literarios
nada comprenderán
de esta nueva belleza
sudorosa del siglo,
y las lunas
maduras
que cayeron,
son esta podredumbre
que nos llega
de las atarjeas intelectuales.

He aquí mi poema:
Oh ciudad fuerte
y múltiple,
hecha toda de hierro y de acero.
Los muelles. Las dársenas.


las grúas. 
Y la fiebre sexual
de las fábricas.
Vrbe:
Escoltas de tranvías
que recorren las calles subversistas.
Los escaparates asaltan las aceras,
y el sol, saquea Ias avenidas.
Al margen de los días
tarifados de postes telefónicos
desfilan paisajes momentáneos
por sistemas de tubos ascensores.


Súbitamente,
oh el fogonazo
verde de sus ojos.
Bajo las persianas ingenuas de la hora
pasan los barallones rojos.
El romanticismo caníbal de la música yanke
ha ido haciendo sus nidos en los mástiles.


Oh ciudad internacional.
¿hacia qué remoto meridiano
cortó aquel trasatlántico?
Yo siento que se aleja todo.
Los crepúsculos ajados
flotan entre la mampostería del panorama.
Trenes espectrales que van
hacia allá
lejos, jadeantes de civilizaciones.

La multitud desencajada
chapotea musicalmente en las calles.


Y ahora, los burgueses ladrones, se echarán a temblar
por los caudales
que robaron al pueblo,
pero alguien ocultó bajo sus sueños
el pentagrama espiritual del explosivo.


He aquí mi poema:
Gallardetes de hurras al viento,
cabelleras incendiadas
y mañanas cautivas en los ojos.


Oh ciudad
musical
hecha roda de ritmos mecánicos.
Mañana, quizás,
sólo la lumbre viva de mis versos
alumbrará los horizontes humillados.


II
Esta nueva profundidad del panorama
es una proyección hacia los espejismos interiores 


La muchedumbre sonora
hoy rebasa las plazas comunales
y los hurras triunfales
del obregonismo
reverberan al sol de las fachadas. 


Oh muchacha romántica
flamarazo de oro.


Tal vez entre mis manos
sólo quedaron los momentos vivos. 


Los paisajes vestidos de amarillo
se durmieron detrás de los cristales,
y la ciudad arrebatada,
se ha quedado temblando en los cordajes.
Los aplausos son aquella muralla.


-Dios mío¡
-No temas, es la ola romántica de las multitudes.
Después, sobre los desbordes del silencio,
la noche tarahumara irá creciendo.
Apaga tus vidrieras
Entre la maquinaria del insomnio
La lujuria, son millones de ojos
que se untan en la carne.
Un pájaro de acero
ha emprorado su norte hacia una estrella

El puerto:
lejanías incendiadas.
el humo de las fábricas.
Sobre los tendederos de la música
se asolea su recuerdo. 


Un adiós trasatlántico saltó desde la borda. 


Los motores cantan
sobre el panorama muerto. 


III
La tarde, acribillada de ventanas
flota sobre los hilos del teléfono,
y entre los atravesaños
inversos de la hora
se cuelgan los dioses de las máquinas.
Su juventud maravillosa
estalló una mañana
entre mis dedos.
y en el agua vacía
de los espejos,
naufragaron los rostros olvidados.


Oh la pobre ciudad sindicalista

andamiada


de hurras y de gritos.
Los obreros,
son rojos
y amarillos.


Hay un florecimiento de pistolas
después del trampolín de los discursos,
y mientras los pulmones
del viento
se supuran
perdida en los obscuros pasillos de la música
alguna novia blanca
se deshoja.


IV
Entre los matorrales del silencio
la obscuridad lame la sangre del crepúsculo.
Las estrellas caídas.
son pájaros muertos
en el agua sin sueño
del espejo
y las artillerías
sonoras del atlántico
se apagaron,
al fin,
en la distancia. 
Sobre la arboladura del otoño.
sopla un viento nocturno:
es el viento de Rusia,
de las grandes tragedias;


y el jardín
amarillo,
se va a pique en la sombra.
Súbito, su recuerdo
chisporrotea en los interiores apagados. 


Sus palabras de oro

criban en mi memoria. 


Los ríos de blusas azules
desbordan las esclusas de las fábricas,
y los árboles agitadores
manotean sus discursos en la acera.
Los huelguistas se arrojan
pedradas y denuestos,
y la vida, es una tumultuosa
conversión hacia la izquierda.


Al margen de la almohada
la noche, es un despeñadero;
y el insomnio
se ha quedado escarbando en mi cerebro.


¿De quién son esas voces


que sobre nadan en la sombra?


Y estos trenes que aullan
hacia los horizontes devastados
Las soldados
dormirán esta noche en el infierno 


Dios mío,


y de todo este desastre
sólo unos cuantos pedazos
blancos,
de su recuerdo,
se me han quedado entre las manos. 


V
Las hordas salvajes de la noche
se echaron sobre la ciudad amedrentada. 


La bahía
florecida,
de mástiles y lunas,
se derrama
sobre la partitura.
ingenua de sus manos,
y el grito, lejano
de un vapor,
hacia los mares nórdicos.


Adiós
al continente naufragado.


Entre los hilos de su nombre
se quedaron las plumas de los pájaros. 


Pobre Celia María Dolores;
el panorama está dentro de nosotros.
Bajo los hachazos del silencio
las arquitecturas de hierro se devastan.
Hay oleadas de sangre y nubarrones de odio.
Desolación 


Los discursos marihuanos
de los diputados
salpicaron de mierda su recuerdo.
pero,
sobre las multitudes de mi alma
se ha despeñado su ternura. 
Ocotlán
allá lejos. 
Voces 
Los impactos picotean sobre
las trincheras. 
La lujuria, apedreó toda la noche,
los balcones a oscuras de una virginidad. 


La metralla


hace saltar pedazos del silencio. 


Las calles


sonoras y desiertas,


son ríos de sombra
que van a dar al mar,
y el cielo, deshilachado,
es la nueva
bandera,
que flamea.
sobre la ciudad.
Manuel Maples Arce