Y me cuentas de los besos que te das con el Sol. ¿Qué mentira quiero
seguir jugando? Al revés y enfrente la realidad me dice: Orfeo, canta
por otra rosa, ésta ya no te quiere; al revés y enfrente escucho la
pasión que tiene con el Sol mi querida Luna. ¿Qué demonios quiero seguir
jugando? si al derecho y al revés me dice la modesta paciencia: Orfeo,
llénate de lujos y combate la melancolía con tu música. ¿En qué momento?
quizá en ninguno, quizá en todos, quizá, sólo quizá, en el momento que
tú ya no me ames. Así me cuentes los besos que te des con el Sol, me
importará ñufla y aunque busque verte como la perrita de Marte, prefiero
verte como la divinidad de mi historia. Si mato la melancolía pensando
en ti, la música me matará de melancolía pensándote. Me ahorco en tus
pupilas porque te quiero y en la desesperada noche de una constelación
que guarda mil deseos, el mío es simple: tenerte conmigo, pero los besos
de mi infancia recorren tu abdomen como si fueran los de una mosca, y
no te fijas en ellos, y vas con el Sol a revolcarte con pasión. ¡Ay, mi
lunita querida!, ¡ay, mi bella amada!, ¡ay, mi torpe cegués hacia ti!,
¡ay, luna prometedora!, quédate conmigo. Ésos son mis deseos de una
noche melancólica, donde lo único que queda es perder la conciencia y
decirte que te quiero, y que ya no tengo la paciencia para ver cómo
procreas con Sol y dejas a Venus afuera de tus palpitaciones. Luna, qué
pasará cuando no me veas más en las noches, si en el día con los rayos
del Sol te tapo y recuerdo que yo me beso con tu Sol y con tus
pendejadas. Estúpida ballena gigante, redonda y blanca, tenue como
sutil, arrogante por naturaleza. Te reconocería donde fuese, pero hoy te
olvido para que algún día me beses como lo haces con el Sol, mi putita
Luna; para que llegue a ser tan tramposo y mentiroso, que llegue a ser
puto de profesión y Luna, mi querida Luna.
Diego Gutiérrez
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